Panamá es el cuarto país de América Latina con mayor desnutrición infantil, según el Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional 2018, de la FAO.
Por: Modesto Rangel Miranda
modestorangel@gmail.com
Cómo sobre llevar el problema de alimentación en Panamá y en diversas zonas rurales. Adaptarse a los cambios es fácil, es evidentemente que los cambios son necesarios para mantener el ritmo de vida estable a cualquier necesidad que sea de mayor referencia.
Es por ello, que podemos ver que en otras naciones los problemas de mayor envergadura son diseminados con diversos programas de alimentación y proyectos en culturización de alimentos que se promueven; no para un solo año, sino para el futuro.
Desafortunadamente, la desigualdad, los problemas políticos, los malos manejos de fondos y otros problemas sociales determinan el cambio de vida que afecta a muchos de nuestros niños y jóvenes en Panamá durante los últimos 10 años donde problemas como el desempleo, la desnutrición infantil y la deserción escolar están ligadas una con otra dando como resultado el incremento de muchos problemas escolares como la incidencia de fracasos escolares en materias como Matemáticas, Español, Estudios Sociales, Historia, Geografía, Cívica; materias que son parte de un sistema que debe complementarse con el desarrollo educativo de nuestra nación.
Es muy hermoso determinar que la finalidad del Día Mundial de la Alimentación, proclamado en 1979 por la Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO, es concienciar las poblaciones sobre el problema de alimentación mundial, fortaleciendo la solidaridad en la lucha contra el hambre, la desnutrición y la pobreza.
El día coincide con la fecha de fundación de la FAO en 1945, tras culminar la Segunda Guerra Mundial. En 1980, la Asamblea General respaldó la observancia del día por considerar que la alimentación es un requisito para la supervivencia y el bienestar de la humanidad y una necesidad humana fundamental, tal como se establece en la resolución 35/70 del 5 de diciembre de 1980.
El derecho a la alimentación es un derecho humano inherente a toda mujer, hombre, niña o niño, independientemente de dónde vivan en el planeta.
Este 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación 2019, siendo su lema; «Dietas saludables para un mundo sin hambre».
El objetivo es intentar que se lleve a cabo un cambio en el actual sistema de producción de alimentos, siendo uno de los aspectos que permitirán alcanzar la seguridad alimentaria en todo el mundo.
Panamá es el cuarto país de América Latina con mayor desnutrición infantil, según el Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional 2018, publicado en varias agencias de las Naciones Unidas, incluyendo la FAO.
Se trata de unos 68,000 niños menores de 5 años que no comen lo suficiente, lo que representa el 19.1% de la población infantil panameña, una cifra solo por debajo de Guatemala, Ecuador y Honduras, sin contar a Haití.
Según el informe de la FAO, realizado en conjunto con el Programa Mundial de Alimentos, la Organización Panamericana de la Salud, la Organización Mundial de la Salud y Unicef, indica que América Latina y el Caribe se aleja del cumplimiento del Objetivo del Programa de Desarrollo Sostenible 2, donde su punto fundamental es hambre cero, ya que, el número de personas subalimentadas aumentó por tercer año consecutivo: en 2017 alcanzó 39.3 millones.
En toda la región existe más de 5 millones de niños con desnutrición crónica. Además, se afirma que, en Panamá, al igual que en Guatemala, Honduras, México, Nicaragua y Perú, más de la mitad de los menores que viven en zonas rurales no tienen acceso a una determinada cantidad de comida, siendo insuficiente para su desarrollo personal.
Solo en 2008, en el Istmo el 62% de los niños y niñas indígenas presentaban retraso en su crecimiento, en comparación con el 19% de los niños no indígenas. Esto permitió establecer una estrecha relación entre desigualdad, el hambre y las distintas formas de malnutrición, situación que afecta desde hace años en las principales comarcas de Panamá y otras áreas de la región Centroamericana y de algunos países del Caribe.
Lo cierto es que, esta desigualdad genera asimetrías en el acceso a bienes y servicios alimentarios y no alimentarios, donde se puede observar más claramente, entre los grupos que tradicionalmente presentan mayores grados de exclusión social o económica, como lo son; la población infantil, las mujeres, grupos indígenas y población que vive en situación de pobreza o en áreas rurales de la republica de Panamá.
La desnutrición infantil y la deserción escolar es un problema nutricional y social, más presente entre los grupos más vulnerables de la población, según la FAO.
La organización detalla que este problema está causando problemas como la obesidad vinculada a personas afectadas por la inseguridad alimentaria, que tienen menos acceso físico a los mercados para adquirir buenos alimentos, nutritivos y saludables.
Para la FAO, el problema radica en que, los gobiernos han mantenido políticas de cambios que no han sido favorable donde la población no se ha beneficiado.
A ello, puede sumarse factores como cambios demográficos, sociales y económicos rápidos, donde han llevado a una mayor urbanización, junto con el avance tecnológico, olvidándose de los cambios que necesitan las poblaciones de países tercermundistas y subdesarrollados, estableciendo un sistema y estilo de vida consumista de comida rápida que no benéfica a la mayor parte de la población latinoamericana.
En consecuencia, los hábitos alimentarios se han volcado hacia un mayor consumo de alimentos altamente procesados e hipocalóricos, con un alto contenido de grasas saturadas, azúcares y sal y un bajo contenido de fibra, afectando el nivel de vida en adolescentes y niños como adulto.
Para hacer frente el problema es necesario que los gobiernos latinoamericanos desde México hasta Argentina proyecten acciones positivas en la reconsideración de velar por la necesidad de mayor vigilancia ante esta situación que no es de un solo país sino de todo una región.
Es necesario que las familias cuenten con mejores condiciones salariales y de salud, ya que de esa forma podría darse una verdadera alternativa ante este problema como lo es la desnutrición alimenticia que no solo es de Panamá sino a nivel de Latinoamérica y de otras latitudes alrededor del planeta.
Asimismo, la organización recomienda potenciar los programas de alimentación escolar, promover la agricultura familiar, aplicar impuestos selectivos a ciertos alimentos dañinos e identificar los territorios que son de difícil alcance para la política pública para focalizar recursos y orientar acciones para la superación del hambre y la pobreza.