El autobús trasladará a los niños y adolescentes, desde las fincas, hasta los centros escolares.
Raúl Óscar López/Redacción
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Más de 210 niños, niñas y adolescentes podrán ser trasladados diariamente desde las fincas donde laboran sus padres, hasta sus respectivos planteles educativos y luego al Centro de Atención Integral de Casa Esperanza, ubicado en el distrito de Boquete, provincia de Chiriquí.
Esto será posible gracias a la donación de un autobús de 30 pasajeros, que realiza el gobierno de Japón a esta organización que, por más de 25 años, ha tenido como misión la erradicación del trabajo infantil.
El número de beneficiarios se incrementa durante la temporada de cosecha de café, cuando deben ser trasladados unos 300 niños, niñas y adolescentes.
El embajador Takashi Owaki compartió con los niños de Casa Esperanza.
La entrega la realizó este martes 10 marzo el señor, Takashi Owaki, embajador de Japón en Panamá. Por parte de Casa Esperanza estuvo presente su presidenta, María Alejandra Eisenmann, directivos de la organización. Asimismo, se contó con la presencia de autoridades de la provincia.
Casa Esperanza es una organización sin fines de lucro constituida como ONG, desde 1992. Tiene como misión ofrecer oportunidades de desarrollo a los niños, niñas y adolescentes que viven en condiciones de pobreza, y de trabajo infantil. Tanto ellos como sus familiares son beneficiados con servicios de salud, nutrición, educación, recreación y capacitación, a través de un equipo multidisciplinario de profesionales.
Datos
Casa Esperanza tiene presencia en siete provincias y en la comarca Ngäbe-Buglé. En los últimos 27 años se ha logrado retirar de la condición de trabajo infantil a más de 37 mil niños, niñas y adolescentes.
Gracias a la importante labor realizada por esta organización en alianza con sector público y privado, 3000 niños y niñas han sido beneficiados con los programas que se implementan en la zona de producción agrícola del Distrito de Boquete.
Trabajo infantil: Todo aquello que priva a los niños de su niñez, de su potencial o su dignidad y que priva a los niños de su desarrollo físico o sicológico.
La legislación panameña establece que el adolescente de 14 años en adelante puede trabajar, pero bajo condiciones que no pongan en peligro su vida, honra y salud.
En Panamá, el trabajo infantil aún alcanza unos más de 23 mil niños, niñas y adolescentes.